- En Krafla hay una caldera volcánica de 10 kilómetros de diámetro
Según la empresa, entre los potenciales países de llegada de la electricidad se barajan Reino Unido, Holanda, Noruega y Alemania. Se trataría del mayor cable energético submarino jamás construido, entre 1.200 y 1.900 kilómetros en función del país de destino. En la actualidad, el cable energético submarino más largo lleva electricidad desde Noruega a Holanda a lo largo de 580 kilómetros.
Aunque «el Gobierno no ha tomado ninguna decisión» al respecto «ni lo hará antes de 2014», según cuenta Arni Finnsson, de la asociación Iceland Nature Conservation, el estudio sobre esta propuesta continúa y el pasado martes 26 de febrero tuvo lugar una reunión del comité asesor para esta iniciativa, formado por representantes de todos los partidos políticos presentes en el Parlamento de Islandia y de las diversas partes interesadas, como la Confederación del Trabajo, la federación de la industria eléctrica o las organizaciones ecologistas..
Tras ese encuentro, el presidente de dicho grupo asesor, Gunnar Tryggvason, dijo a este periódico que «aún quedan muchas cuestiones por responder», por lo que se ha encargado al comité un informe que deberá estar listo para presentar al ministro antes del 15 de mayo. Por su parte, Hordur Arnarson, presidente ejecutivo de la compañía Landsvirkjun, decía hace unos días a «The New York Times» que este proyecto «es muy prometedor. Tenemos un montón de electricidad para las pocas personas que viven en Islandia. En comparación con el resto del mundo producimos mucha más energía per cápita y es normal considerar nuestra conexión con otros mercados».
El potencial de la geotermia
En un país con solo 320.000 habitantes, Landsvirkjun vende el 17 por ciento de la electricidad a los hogares y la industria local. El resto va principalmente a las fundiciones de aluminio, propiedad del gigante estadounidense Alcoa y otras empresas extranjeras que han sido atraídas a esta remota isla del Atlántico Norte por su abundante oferta de energía barata. Aunque lo que Landsvirkjun cobra a las fundiciones norteamericanas es un secreto (The New York Times baraja una cifra media de unos 30 dólares por megavatio/hora), la compañía islandesa promete ofrecer los precios más competitivos de Europa explotando su enorme potencial de energía geotérmica.
Los últimos presupuestos públicos de la compañía ofrecen una tasa fija real de 43 dólares por MW/h, mientras las tasas medias reales del mercado europeo eran de 65 dólares MW/h en el año 2011, y la previsión es que aumenten considerablemente en la próxima década.
Limpia y competitiva
Esta es la principal baza con la que juegan los promotores de este cable submarino, la de la subida de los precios de la electricidad en Europa y el aumento de la demanda de fuentes renovables -con emisión nula o baja de emisiones de gases de efecto invernadero- derivada de los compromisos europeos de lucha contra el cambio climático, todo ello aderezado con los tiempos convulsos que se viven en el norte de África, principal suministrador de hidrocarburos a Europa.
De ahí que este proyecto haya vuelto a resurgir. Y es que este no es un proyecto nuevo. La primera propuesta para conectar las redes eléctricas de Islandia y Escocia a través de un cable submarino se introdujo por primera vez hace 60 años. La viabilidad de este proyecto ha sido evaluada con regularidad durante los últimos 30 años. El resultado de esas investigaciones demostró que un proyecto de estas características sería técnicamente posible, pero no rentable para una empresa. Entre 2009 y 2010, una nueva investigación llevada a cabo por Landsvirkjun, arrojó luz sobre el potencial de este proyecto, que podría de hecho ser económicamente viable. Las previsiones son que el cable pueda transportar hasta 5 millones de KW/h al año a Europa, suficiente para suministrar energía a 1,25 millones de hogares.
No antes de 2020
Siempre y cuando se tomara una decisión positiva sobre el tema, no antes de 2014, serían necesarios otros cuatro o cinco años para la producción, instalación del cable y la necesaria construcción de otras instalaciones relacionadas. Como pronto, el proyecto podría empezar a funcionar en 2020 con Escocia, dice Arni Finnsson, de Iceland Nature Conservation, y un poco más tarde si se aprobara la conexión con la Europa continental.
Hasta ahora la Unión Europea no ha mostrado demasiado interés por el proyecto -explica Finnson-, solo Reino Unido, con el que se ha firmado un memorándum de entendimiento para explorar el asunto. Las ventajas para los británicos están claras: en 2020 podrían empezar a recibir energía limpia y barata. Sin embargo, la sociedad islandesa no las tiene todas consigo. Tryggvason, presidente del comité asesor del proyecto, reconoce que «hay muchos escépticos, sobre todo por el previsible aumento de los precios que pagan por la energía».
Más ingresos
A favor de la interconexión hay argumentos como el aumento de los ingresos nacionales y de la diversidad de su procedencia y una mayor seguridad energética, mientras que los grupos conservacionistas advierten de los impactos que las plantas y tendidos tendrían en la frágil naturaleza de Islandia. Y es que la expansión geotérmica -incluyendo ensayos de perforación profunda, hasta 5 kilómetros de profundidad, para comprobar si los fluidos geotérmicos a presiones y temperaturas supercríticas pueden ser explotados- está prevista en el noreste de la isla, en la zona de Krafla, poniendo en peligro las «Highlands», que ocupan el 40 por ciento de la supeficie del país
Noticia extraída de ABC
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